I -- Héroe en Lepanto
Lo más preocupante, si cabe, era que el expansionismo
alianza con potencia tan poco de fiar como era la vene-
turco hacia el Oeste se mostraba cada vez más agresivo y
ciana, más partidaria ciertamente de mantener unilate-
audaz, aunque la victoria cristiana obtenida in extremis
ralmente alguna clase de modus vivendi comercial con
en la isla de Malta en 1565, gracias a la heroica resisten-
los turcos que de una guerra sostenida; en consecuen-
cia de los caballeros de la Orden de Malta y al socorro
cia, los representantes españoles ­sobre todo, de nuevo,
español, supusiera unos años de relativo respiro.
Granvela­ serían durante todo el proceso unos huesos
verdaderamente duros de roer, incluso para el mismo
Sin embargo, en 1570 la amenaza turca resurgía con
Pontífice.
mayor fuerza que nunca, con Chipre (posesión venecia-
na) como primer objetivo.
Interesa fijarnos en las figuras del joven político catalán
Juan de Zúñiga (nacido circunstancialmente en la Cor-
Ello, unido a las endémicas correrías del corso berberis-
te en Valladolid; 34 años en 1571) y del veterano esta-
co, explican el enorme desasosiego y alarma que se apo-
dista borgoñón Granvela (natural del Franco Condado,
deró de las regiones costeras de Italia y España ­y toda-
territorio súbdito de Felipe II; 54 años), entre otras co-
vía más de las islas, como Sicilia o las Baleares­, y la
sas, porque en el futuro los volveremos a encontrar a
necesidad de los gobernantes de España y Venecia de
ambos directamente relacionados con nuestro Domin-
vencer sus arraigados recelos mutuos y aproximar posi-
go de Zavala.
ciones para una estrategia común. Lo que no fue nada
fácil, ya que unos y otros desconfiaban de las verdaderas
El primero, en efecto, tomará en 1576 el relevo de su
intenciones de la otra parte ­temiendo que sólo iba a
difunto hermano Luis como protector de Zavala, ejer-
preocuparse de velar por sus propios intereses y de acre-
ciendo de tal hasta su prematuro fallecimiento en la Cor-
centar su poder, incluso a costa de su temporal aliado;
te en 1586 con tan sólo 49 años de edad, cuando era
una desconfianza mutua, por cierto, que no era nada
una de las personalidades más relevantes de la Casa Real
injustificada en ninguna de las dos potencias.
y de los Consejos de la Monarquía.
En cuanto a Francia, su rivalidad con España la auto-
Precisamente actuando como agente de Zúñiga en Ma-
descartaba de la Liga y, todavía más, la hacía mantener
drid (cuando este era Virrey de Nápoles), en 1581 Za-
tratos secretos de no beligerancia y buenas relaciones
vala tendrá frecuente trato con el ya anciano Cardenal
con el Imperio turco (en los cuales intentó involucrar
de Granvela, a la sazón ministro principal durante la
además a Venecia, para así desviar la ofensiva turca di-
ausencia del Rey en Portugal.
rectamente contra las posesiones españolas), interesada
como estaba en promover todo cuanto pudiera distraer
La difícil coalición
y debilitar el poderío de la Corte de Madrid; Francia no
sólo no se integró en la naciente alianza, sino que movió
Volvamos a los antecedentes de Lepanto. Luego de ha-
cuantos hilos pudo para intentar desbaratarla.
ber exigido a Venecia la cesión de Chipre en ultimátum
De aquella situación, a partir de la iniciativa y el impul-
del mes de marzo de 1570, a principios de julio se pro-
so del Papa Pío V, va a surgir la «Santa Liga» hispano-pa-
dujo en la isla el desembarco turco, seguido de la caída
pal-veneciana, cuya consecución se atribuye principal-
de su capital Nicosia (septiembre). La resistencia vene-
mente al tesón del Pontífice a lo largo de once meses
ciana se centró en la plaza de Famagusta, donde prose-
(nada menos) de arduas negociaciones en Roma. Los
guirá denodadamente durante largos meses, sin que la
negociadores de Felipe II, designados por el Rey el
armada aliada apresuradamente formada para socorrer
16-5-1570, fueron los cardenales Antoine Perrenot de
Nicosia, llegue finalmente a la isla. Ésta estaba minada
Granvela y Francisco Pacheco de Toledo, residentes en
por las discrepancias internas ­en especial, la falta de
Roma y buenos conocedores de la Corte papal, y el
confianza de Juan Andrea Doria, debido a la mala pre-
embajador Juan de Zúñiga y Requesens, hermano me-
paración de la escuadra veneciana­, y acabaría rápida-
nor de Luis de Requesens y Zúñiga (el cambio de orden
mente por disolverse tras conocerse la caída de Nicosia,
marchando cada uno por su lado con diversos argumen-
de los apellidos se debía a una cláusula del contrato ma-
tos y pretextos. Famagusta sucumbiría finalmente en los
trimonial de sus padres, para asegurar la preservación de
primeros días de agosto del año siguiente, 1571.
ambos apellidos), a quien había sucedido en este mismo
puesto en 1568.
Un año antes, el 2-7-1570 (al mismo tiempo, los turcos
iniciaban el día 1 el esperado asalto sobre Chipre) ha-
Apuntemos, dicho sea de paso, que en su momento el
bían comenzado en Roma las difíciles negociaciones cara
excelente embajador Luis de Requesens había influido
a la concreción de la Liga Santa.
de manera importante en la elección de Pío V como
Papa (1566), una elección que efectivamente iba a ser
Venecia pretendía que el objetivo de esta última fuera la
positiva para España. Su hermano y sucesor Juan de
defensa del Mediterráneo oriental (su área de influen-
Zúñiga iba a mantener estas buenas relaciones españo-
cia), a lo que España respondía exigiendo la inclusión
las con Pío V.
del Norte de África (su más cercana y principal amena-
za), hasta que finalmente Venecia cedió a la pretensión
Sin embargo, en 1570 los tres negociadores de Felipe II
hispana apoyada por el Papa. Esta discrepancia en las
que acabamos de apuntar, no estaban precisamente en-
prioridades estratégicas se repetiría en 1572, luego de la
tusiasmados (en especial Granvela) con la idea de una
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