I -- Héroe en Lepanto
sivo, sino que la apoyó, aunque matizando algunos as-
no lejos del golfo de Lepanto, para incitar a la flota tur-
pectos.
ca a salir y combatir fuera. Sin embargo, prestó su con-
formidad a la decisión de Don Juan de dirigirse al día
Los comentarios procedían de Álvaro de Bazán, y de sus
siguiente a Lepanto; idea, esta última, ciertamente pro-
amigos, deseosos de atribuir a su señor el mérito de aque-
puesta por Bazán (llegar a la entrada del golfo, desafiar
lla resolución, como bien dedujo el propio Requesens; a
al enemigo y esperarle durante unas horas, y emprender
lo que se unió la voz propagada en Italia por los venecia-
el regreso si no acudía a la cita) ... aunque Requesens
nos contra todos los españoles en general.13
afirma, en su carta del 28 de diciembre, que la verdade-
En carta escrita el 28 de diciembre a quien pronto sería
ra creencia de Bazán era que los turcos no saldrían de
su yerno, Pedro Fajardo (futuro III Marqués de los Vé-
puerto y que no habría batalla.
lez), rogándole que la transmitiera al Rey para su cono-
«Y presupuesto que todos los avisos que tuvimos de
cimiento, se quejaría Requesens de los rumores que co-
la armada enemiga fueron falsos; porque nos certi-
rrían al respecto, y señalaba que si él efectivamente se
ficaban que estaba deshecha y que se habían ido de
hubiera opuesto a la batalla, esta no se hubiera dado
ella ochenta galeras,19 es muy posible y casi cierto
­en virtud de la tutela que el propio Monarca le había
que los que fueron de opinión que se fuera hacia
confiado sobre las decisiones de Don Juan­: «basta para
Lepanto (...) creían que la armada no saldría a bus-
prueba de ello haberse peleado; porque si yo fuera de con-
carnos, y se contentaban con que hiciésemos una
trario voto, no se hiciera».
fanfarida20 de poca sustancia, de llegar hasta allí y
«En Messina, cuando se trató de esta materia en los
volvernos, y que los enemigos no saliesen; como en
Consejos particulares de los Ministros de Su Majes-
efecto no salieran, si fueran verdaderos los avisos
tad,14 yo fui el primer voto; con muchas razones
que teníamos».
persuadí que se fuese a buscar a la armada del turco
y se pelease con ella; y lo mismo dije al Señor Don
Planteamiento de la campaña
Juan en muchas pláticas particulares, y lo propuse e
en la armada turca
insté después por orden suya en los Consejos públi-
cos y privados, que allí se tuvieron de la Liga,15 donde
En cuanto a la flota turca, siendo la orden del Sultán
se tomó esta resolución. La cual, después que se sa-
Selim II la de combatir y destruir a los cristianos, se
lió de Messina, jamás se mudó; ni en ningún conse-
planteaba también la cuestión del dónde, cuándo y cómo
jo se trató si se pelearía o se dejaría de hacer; y en lo
hacerlo. En el decisivo consejo de guerra reunido el 4 de
que hubo diferencias de votos fue a qué parte se iría
octubre, fue criterio general una cierta prudencia (en el
para necesitar más a los enemigos a que peleasen».
sentido de no ir a buscar a la Armada a cualquier sitio
donde estuviese, ni salir del golfo), aunque matizada en
«Si el suceso fuera malo, de creer es que los que
dos posiciones: permanecer protegidos en el puerto de
ahora han echado esta voz, la echaran también de
Lepanto, al amparo de los fuertes, con lo cual obligaban
que ellos habían sido de opinión de que no se pe-
al enemigo a escoger entre un ataque suicida o una reti-
lease; y cierto yo me espanto con la facilidad con
rada humillante y políticamente desastrosa; o bien, salir
que hombres a quienes tenemos por muy honrados
a su encuentro en el golfo.
se alargan en estas cosas y envían por el mundo y
hacen enviar por sus criados y amigos relaciones
La primera de ellas fue defendida por jefes de alto nivel
falsas. Y en parte les vale; porque el pueblo queda
como Mehmet «Scirocco» o Pertev Bajá, pero finalmen-
con las primeras impresiones en la cabeza. Yo no
te la adoptada fue la segunda. Influyeron en ello los da-
envié relación a hombre, sino al Rey, nuestro Señor,
tos contradictorios que se tenía sobre el poderío cristia-
a quien tengo obligación de dar cuenta de la verdad
no, aunque al final pesaron más los resultados de las
de todo, y en mi particular lo hice con tanta mo-
infiltraciones nocturnas en Messina y Corfú, cuyas esti-
destia como convenía;16 pero después que he sabi-
maciones, ya lo hemos apuntado, eran erróneas a la baja;23
do esto, he recorrido la memoria y he hecho una
así como el conocimiento de las tensas relaciones entre ve-
relación muy particular de todo lo que pasó, día
necianos y españoles/genoveses, que llevaron a los turcos a
por día, desde que el Señor Don Juan salió de Bar-
pensar que habría deserciones unilaterales en las filas de la
celona hasta que volvió a Messina, después de la
Santa Liga en cuanto las cosas fueran mal.24
victoria, con todas las diferencias de opiniones que
Además, por supuesto, de los términos estrictos de la
hubo en los Consejos y las causas que a cada uno
orden del Sultán, que movieron al comandante en jefe
movieron».17
de la flota, Alí Bajá, a no arriesgar su propia posición
Sí es cierto, y así lo reconoce el Comendador Mayor en
personal y caer tal vez en desgracia con una actitud que
su carta, que en el consejo español del 6 de octubre que
pudiera tenerse en Constantinopla por demasiado tibia
acordó ir a buscar al enemigo en Lepanto, él por su par-
o poco cumplidora. Sin embargo, el día del combate el
te puso objeciones a la idea de llegar hasta allí mismo.
ambicioso y excesivamente confiado Alí Bajá se iba a
Por otras fuentes sabemos que Requesens, en efecto ­al
encontrar con una flota enemiga formidable, y cuyos
igual que Juan Andrea Doria y Juan de Cardona­18 veía
distintos componentes, igual venecianos que hispanos,
mejor permanecer en Petela (islas Curzolares), situada
lucharán con el mismo ardor y determinación.
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