I.I -- Los preparativos
La menor altura del casco era otra de las diferencias de las galeras «levantinas» con respecto
a las «ponentinas», lo que había de traducirse ­en principio­ en mayor velocidad, pero
también en una mayor fragilidad y en menor carga bélica. Su mayor rapidez de construc-
ción también jugaba en contra de su robustez. Todas las fuentes son unánimes en señalar
que las galeras «ponentinas» al servicio de Felipe II, por su resistencia, artillería y guarni-
ción, eran las más temidas en combate por los turcos.
Las turcas montaban menos artillería que las cristianas, aunque llevaban una guarnición de
«gente de guerra» (120-150 hombres) más numerosa que las venecianas. (Cuestión distinta
eran las galeotas de los corsarios berberiscas, aún más rápidas y ágiles que sus hermanas
mayores, pero con una artillería todavía inferior y una infantería más reducida ­60 a 100
hombres­).
La coexistencia de unas 300 personas en una embarcación tan estrecha, de tan poca eleva-
ción sobre el agua, y sin más protección de los elementos que dos minúsculas estructuras a
proa y popa (dos pequeños castillos, el de proa ­la «arrumbada»­ utilizado como platafor-
ma artillera y el de popa ­la «carroza»­ como puesto de mando), era un verdadero infierno
de incomodidad, debido al permanente hacinamiento y a las condiciones de la intemperie,
sin más protección que un toldo ­debajo de la cubierta no había espacio más que para los
almacenes de vituallas, agua, velas, pólvora y municiones etc, la minúscula enfermería, y en
la popa, debajo del castillo, unas mínimas habitaciones para algunos mandos.
Algo más larga y ancha y con mayor número de remeros, aunque mucho menos habitual,
era la galera «fanal» («lanterna», en italiano), utilizada como embarcación capitana de los
jefes principales (de ahí que todas las galeras del núcleo de la Armada situadas a la derecha
de la «Granada» ­las de Spínola, Veniero, Don Juan, Requesens, Colonna y otras­ fueran
«fanales»). La mayor galera cristiana, la excepcional «Real» de Juan de Austria (cuya repro-
ducción a escala natural se puede contemplar hoy en el Museo Marítimo de Barcelona;
precisamente en las mismas antiguas Atarazanas donde se construyera en 1568 el buque
original, destinado a acoger al hermanastro del Rey al ser designado nuevo «Capitán Gene-
ral de la Mar»), tenía una eslora de 52,5 m. (60 m. con el espolón) y una manga de 6,2 m.,
con 30 bancos de remos por banda y un total de 236 galeotes (en bancadas de a 4 remeros),
una «gente de mar» de unas 80 personas, y una guarnición de «gente de guerra» de 300
hombres.
El 29 salía la flota de Corfú, sin esperar a las naves de
Rumbo a Lepanto
suministro que se habían retrasado por falta de viento.
El 26 la Armada llegó a la isla veneciana de Corfú, que
Esa noche una fragata informaba de la presencia del ene-
sólo dos semanas antes había sido saqueada por la flota
migo en Lepanto y que su actitud parecía ser la de re-
turca. Ya hemos avanzado que esta última se vio sor-
huir batalla. Las noticias que había obtenido respecto a
prendida en agosto por las noticias de la formación de
los supuestos efectivos otomanos eran muy erróneas a la
una Armada cristiana que no esperaba, pues no creía
baja, de manera que cuando la Armada llegó al día del
que la Santa Liga fuera a dar resultado efectivo al menos
combate, se encontró con que venía contra ella una flo-
a corto plazo, y menos cara ya a la estación otoñal que
ta turca muy superior a la que algunos, los más confia-
se acercaba; pero lo más llamativo es que después de
dos (Álvaro de Bazán), esperaban ­como bien observó
haber recibido aquella novedad, no se dio ninguna cele-
el siempre prudente Requesens, que precisamente había
ridad en volver a sus bases para preparar el choque, y
advertido contra la aproximación al golfo temiendo sor-
había seguido todavía malgastando sus fuerzas en una
presas­.
serie de operaciones de alcance limitado ­como ésta de
Los días 30 de septiembre en alta mar, y los 1 y 2 de
Corfú­.
octubre anclados en la bahía de Gomeniza, fueron apro-
Hubo discrepancias en el consejo general de la Armada
vechados para hacer revista general, simulacros de zafa-
sobre la estrategia a seguir, rechazándose la idea que se
rrancho de combate y ejercicios de tiro con cañones y
propuso de no buscar al enemigo en su refugio sino, en
arcabuces ­que fueron supervisados galera a galera, unas
su lugar, dirigirse al asalto de una plaza para obligarle a
por el Comendador Mayor y otras por Juan Andrea Do-
salir. Don Juan, Colonna, Barbarigo y Bazán fueron los
ria­. (Gomenizzas en italiano, Legumenizas o Legumí-
nicas en las fuentes españolas de la época, hoy día Igou-
más encendidos partidarios de ir en busca directa del
enemigo allá donde estuviese.21
menitsa; área de la costa continental griega que estaba
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