1 -- Héroe en Lepanto
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Nos quedamos, en fin, con los números del orden de batalla de Sola: 210 galeras, 44 galeo-
tas y 20 fustas. En cuanto a Bicheno, se equivoca, por cierto, al no incluir las fustas y sumar
sólo 251 buques, ya que dichas fustas intervinieron en el combate y por tanto deben ser
contabilizadas (a diferencia de las todavía más pequeñas fragatas y bergantines cristianas,
que se mantuvieron alejadas de la lucha); por modestas que fueran las fustas, el caso es que
estuvieron allí y participaron en la batalla.
Se enfrentaron por tanto, en cifras aproximadas, 205 unidades de la Santa Liga contra 275
otomanas. La inferioridad numérica cristiana, en lo que a galeras concretamente se refiere,
era mínima, unas 200 frente a 210. La diferencia se producía entre las 6 galeazas venecianas
(extraordinariamente artilladas, pero tan lentas y poco maniobreras que sólo 4 llegaron a
tiempo de participar al inicio del combate, y cuando fueron rebasadas por los turcos, 3 de
ellas ya no volvieron a intervenir) y las 45 galeotas y 20 fustas turco-berberiscas, versiones
reducidas y particularmente ágiles de la galera, pero no por ello exentas ­en el caso de las
galeotas, ya que las fustas eran buques auxiliares de exploración y enlace­ de una potencia
militar apreciable.
Por sectores, la superioridad numérica otomana se concentraba ­por las razones que ya
hemos apuntado­ en el flanco donde se oponían Uluch Alí y Juan Andrea Doria (unas 100
unidades frente a poco más de 50), y en el centro, mandado directamente por los dos co-
mandantes en jefe Ali Bajá y Juan de Austria (unas 90 unidades frente a poco más de 60).
En cambio, el ala que enfrentaba a Scirocco con Barbarigo, junto a la costa, era de muy
similares efectivos en ambos bandos (de a poco más de 50 unidades), así como las respecti-
vas fuerzas de reserva de Bazán y de Murat Dragut (de a unas 30 embarcaciones), aunque en
este último caso la mayor parte de la reserva otomana se componía no de galeras, ni siquiera
de galeotas, sino de pequeñas fustas.
Esta diferencia entre la potente reserva que se confió a Álvaro de Bazán (30 galeras) y la más
bien residual que se dejó a Dragut (5-8 galeras, 2 galeotas y 18-23 fustas) sería, por cierto,
uno de los elementos tácticos que más van a contribuir al triunfo de la Armada de la Santa
Liga.
Las escuadras que componían la flota turco-berberisca procedían de los diversos territorios
del Imperio otomano, y de sus vasallos los corsarios berberiscos (Argel, Trípoli) y albaneses.
Del imperio otomano procedían contingentes de Constantinopla (el más numeroso), Gallí-
poli, y Anatolia (en el territorio de la actual Turquía); de Alejandría; de Siria; y ya en Grecia,
de la isla de Rodas, Negroponte (actual Etolia), Nauplia (costa oriental del Peloponeso) y
Mitilene (isla de Lesbos).
El personal embarcado en la flota turca era igualmente más numeroso, según juicio general,
que el de la Santa Liga. Las últimas cifras (Bicheno 2005) son la siguientes: 77.000 hombres
(32.000 hombres de guerra, 8.000 hombres de mar y 37.000 remeros) ­el autor no incluye
en su cuenta las dotaciones de las 20 pequeñas fustas­. La cantidad habitualmente maneja-
da, 90.000-92.000 hombres, parece pecar por exceso, sobre todo en lo que hace al número
de remeros (34.000, 13.000 y 43.000-45.000, respectivamente). Son completamente des-
cartables cifras de 120.000 hombres o similares.
En cuanto a la «gente de guerra» se refiere, puede concluirse, por tanto, que se enfrentaron
23.000 hombres de la Santa Liga contra 32.000-34.000 otomanos. Una inferioridad numé-
rica que fue compensada, gracias a la liberación y armamento que la Armada cristiana hizo
de los condenados al remo por delitos comunes, convertidos así en ardorosos, aunque im-
provisados, combatientes auxiliares ­cualitativamente no eran desde luego equiparables a la
«gente de guerra», por su obviamente muy inferior adiestramiento y equipamiento, pero su
concurso en semejante trance no dejó de ser muy bienvenido­. Algo a lo que la flota otoma-
na no podía recurrir, al menos en la misma medida, por razones que ya hemos apuntamos
con anterioridad.
Sobrecoge pensar en esta acumulación de unas 145.000 personas (65.000 de la Santa Liga y
80.000 de la flota turca) ­desechando cifras exageradas de hasta más de 200.000 hombres­
, en unas 480 atestadas embarcaciones de madera, con una media de 40 m. de longitud y 5
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m. de anchura y unos 300 hombres apiñados a bordo.
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