1.2. En el lugar decisivo del combate
con la superior potencia de fuego cristiana.37 No quiere
con su escuadra de reserva, y finalmente el propio Juan
decirse que por ello hubieran ganado la batalla, ya que
de Austria con unas doce galeras de las menos dañadas.
en cualquier caso la técnica armamentística (como vere-
Bazán y Don Juan, además, tenían ya libertad para ac-
mos) jugaba en su contra, peroposiblemente habrían
tuar gracias a la muerte de Alí Bajá y la desintegración
minimizado los daños y el resultado del combate no hu-
de la escuadra central otomana. Mientras Doria a su vez
biera sido tan catastrófico.
venía desde el sur.
Por último, otro factor táctico que contribuyó a incli-
Ante el cariz que iba tomando el choque, que en el nor-
nar decididamente la balanza del lado de la Santa Liga
te y en el centro estaba ya decidido, Uluch Alí de forma
fue la disposición de una fuerte escuadra de reserva o de
realista optó por retirarse y abandonar el campo de ba-
socorro, al mando de Álvaro de Bazán, quien hizo un
talla. En fin, el único pequeño consuelo otomano, den-
uso muy acertado y oportuno de la misma, en las varias
tro de tan enorme catástrofe, fue esta huida exitosa de
situaciones de apuro que ya hemos mencionado. Un ele-
Uluch Alí abriéndose paso hacia mar abierto, aunque
mento de maniobra ­la reserva­ al que en cambio la
sólo con una pequeña parte de sus efectivos, mientras
flota turca otorgó mucha menos importancia, y del que
que otro grupo conseguía retirarse en dirección contra-
en consecuencia no pudo sacar un rendimiento equipa-
ria hacia el puerto de Lepanto. El resto de su escuadra
rable.
quedó atrás y fue también destruido, o autodestruido,
ya que muchas dotaciones dirigieron sus embarcaciones
a encallar a la orilla para escapar.
C) Causas técnicas y armamentísticas
Las galeras «ponentinas» (propias de las escuadras de Fe-
Valoraciones
lipe II) eran especialmente robustas y resistentes, y aguan-
Uluch Alí fue hábil en provocar esta oportunidad, pero
taron excelentemente el castigo enemigo, mejor que las
Doria también lo había sido antes al navegar decidida-
venecianas; y, desde luego, que las otomanas, cuya ma-
mente hacia el sur (en un movimiento no bien visto ni
yor ventaja era la rapidez y agilidad, de la que ningún
interpretado por todos, ya que hubo quien lo consideró
fruto pudieron sacar en Lepanto, salvo en el momento
indisciplina o incluso cobardía34) para impedir el envol-
del repentino giro de Uluch Alí hacia el norte, la única
vimiento de toda la Armada;35 así, el berberisco no pudo
acción en que la flota turca pudo mostrar sus habilida-
realizar el flanqueo de toda la flota, sino sólo aprovechar
des, pero sin consecuencias decisivas.
el hueco que dejaba Doria a su espalda36 para girarse y
Pasando al armamento, en el consejo de guerra otoma-
hacer un envolvimiento muy limitado viéndose, ade-
no del 4 de octubre algunos jefes, como Pertev Bajá,
más, atrapado entre dos fuegos: Cardona, Bazán y Don
habían señalado la superioridad enemiga por su mayor
Juan bajando desde el norte y el propio Doria volviendo
número de armas de fuego, sus lanzas y sus protecciones
desde el sur.
individuales, siendo respondidos por Alí Bajá con argu-
El fracaso turco en sus intentos de envolvimiento, tanto
mentos como la muy superior cadencia de tiro de los
en el norte como en el sur, supuso por consiguiente la
arcos (e incluso el de la mayor agilidad de las tropas
absoluta ruina de la táctica otomana: la batalla se desa-
carentes de protección!), que en otras ocasiones, es cier-
rrolló no con arreglo a sus intereses, sino de acuerdo a
to, habían dado la victoria a los turcos. Sin embargo, el
las intenciones del enemigo, y en las condiciones que
tremendo choque de Lepanto iba a suponer la prueba
más convenían a la Armada de la Santa Liga.
más rigurosa y exigente, como nunca hasta entonces, de
la validez de las diferentes teorías armamentísticas, y en
Limitadas las escuadras derecha (Scirocco) y central (Alí
este sentido, no puede menos que concluirse que el sis-
Bajá) a un enfrentamiento a resolver por la potencia de
tema propio de las potencias cristianas demostró su su-
combate y no por la maniobra, el hecho de que la escua-
perioridad rotundamente.
dra izquierda (Uluch Alí) no viniera a tiempo en su ayuda
atacando al enemigo por el flanco y la retaguardia, las
Armas individuales
condenó a ambas a su destrucción. Fue en Lepanto don-
de los turcos comprobaron dolorosa y definitivamente
En efecto, el arma ofensiva mayoritaria en la infantería
que estaban en clara inferioridad frente al enemigo cris-
turca era el arco, que permitía una elevada cadencia de
tiano, si no podían servirse de su excelencia maniobre-
tiro, mucho mayor que la del arcabuz, pero sin embar-
ra; las dos escuadras citadas fijaron al enemigo y aguan-
go el poder de penetración de las flechas no era compa-
taron el choque mientras pudieron, pero al final sucum-
rable con el de éste.
bieron.
Aunque su arma por excelencia era el arco, no por ello
Paradójicamente, es probable que una batalla en mar
la infantería otomana estaba carente de importantes con-
abierto que en principio, es cierto, no era tan propicia
tingentes de arcabuceros, pero tanto su número como
para conseguir la aniquilación de toda la flota cristiana,
su cadencia de fuego eran menores que los de la infante-
sin embargo habría sido menos desastrosa para los tur-
ría enemiga. Desde el punto de vista cualitativo, la dife-
cos, por cuanto les hubiera dado más posibilidades de
rencia era particularmente notoria con los arcabuceros
envolvimiento, evitando verse limitados al choque frontal
de los Tercios españoles, considerados los maestros en la
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