1 -- Héroe en Lepanto
... ... ...
la «Granada» (3 cañones principales o «de crujía», y 20 piezas menores); y de los 3.486
esclavos, unos 190 (descontando algunos prisioneros principales de los 196 turcos cap-
turados). Es decir, la «Granada» aportó un 2,6 % de las galeras, un 5,9% de las piezas y
un 5,5% de los esclavos ­de acuerdo, al menos, a las cifras oficiales­, cuando la propor-
ción media para las 200 galeras cristianas combatientes era del 0,5% en cada uno de los
tres conceptos (concretamente, el botín aportado por cada una de las galeras de la Santa
Liga sería, como media, de 0,6 galeras, 2 piezas artilleras y 17 esclavos). Es decir, en
términos cuantitativos la contribución de la «Granada» al botín oficial de la Santa Liga
fue entre 5 veces (galeras) y 10 veces (artillería y esclavos) superior a la media de sus
compañeras.
No es por tanto de extrañar que cuando Don Juan, de acuerdo a la costumbre de la
época, procedió a obsequiar con algunos esclavos a sus subordinados más destacados,
concediera uno a Domingo de Zavala «para que lo tenga por suyo y se sirva de él por
joya nuestra y memoria de esta memorable victoria de que tanta parte cabe y tiene el
dicho Domingo de Zavala».2
Desconocemos la cuantía de las otras partes del botín (en dinero metálico o efectos de
valor) que sin duda fueron otorgadas oficialmente a Zavala en recompensa por sus ser-
vicios.
Además de lo anterior, Domingo de Zavala recibió una gratificación particular de su
señor Luis de Requesens. En carta de este último al Rey (Messina 8-11-1571), Reque-
sens señala que los buques que tenía asignados a su inmediato servicio, habían aportado
5 galeras turcas al botín (se trata, recordemos, de las 3 proporcionadas por su «patrona»
o segundo buque, la «Granada» de Zavala, mientras que las otras 2 corresponden a su
galera Capitana, a cargo de Alexandre de Torrelles).
Juan de Austria obsequió a Don Luis con una de estas galeras y con 30 esclavos, pero
este procedió a repartir todos los esclavos y el valor económico de la venta de la galera
turca, entre sus subordinados combatientes en dichos buques.3 Uno de ellos, y en posi-
ción evidentemente muy destacada, era Domingo de Zavala.
1
Rosell (1853), p. 123; Serrano (1971), pp. 177-178, 192. A nivel teórico, se publicó un
bando que disponía el control de todo lo aprehendido, así como las correspondientes sancio-
nes en caso de ocultación (García Hernán 1999, p. 40), pero de las afirmaciones del propio
Don Juan se deduce que no tuvo verdadero cumplimiento.
2
Juan de Austria obsequió con esclavos a los mandos de las fuerzas de Felipe II, de la siguiente
manera: con un esclavo a los capitanes de galera; con cuatro a los maestres de campo de los
tercios españoles, los coroneles de los regimientos italianos y alemanes, y el general de la
artillería; con seis al maestre de campo general (jefe de toda la infantería del Rey Católico); y
con 30 a Luis de Requesens y otros altos mandos españoles, así como a determinados aliados
preferentes, como el Príncipe de Parma Alejandro Farnesio (Bennassar 2000, p. 138). En
total, Don Juan concedió un total de 315 esclavos, repartidos entre los Príncipes de Parma y
Urbino, generales, coroneles, capitanes de galera, caballeros relevantes, y algunos oficiales de
hacienda (carta de Requesens al Rey, Messina 8-11-1571) (March 1944, p. 56).
3
Recogido en March (1944), p. 58.
El día 23 tocaron de nuevo en Gomeniza, y al día si-
con infantería alemana a bordo­, aunque ahora fueron
guiente llegaron a Corfú, donde antes de separarse his-
muy bien recibidas por las vituallas que transportaban.
panos y venecianos, se hizo una escala de tres días para
En días siguientes las diversas escuadras de Felipe II y la
descanso y avituallamiento, precedida de una especta-
pontificia pusieron rumbo de forma consecutiva hacia
cular entrada, con alarde de banderas enemigas arras-
Messina, en cuyas cercanías se reunieron el 31 de octu-
tradas por el agua y llevando a remolque las galeras apre-
bre para hacer su entrada conjunta el 1 de noviembre,
sadas, recibidos desde tierra con salvas de artillería y
recibidas con una acogida apoteósica en homenaje a los
«muchas lumenarias y arteficios de fuego». En Corfú se
vencedores.
reencontraron con las naves de suministro, que por fal-
ta de viento habían quedado allí y no habían podido
Las galeras de las escuadras del Rey Católico («España»,
tomar parte en la batalla ­para lo cual iban artilladas y
Nápoles, Sicilia, y la particular del genovés Juan Andrea
68 Z