1.2. En el lugar decisivo del combate
Doria) y de la escuadra papal celebran su llegada dispa-
el vacío ocasionado allí por la muerte el 20 de agosto del
rando sus cañones de proa, y arrastrando por popa, a ras
Duque de Alburquerque. Tales quejas por cierto, tal vez
del agua, los estandartes y las características medias lu-
hubieran movido al muy circunspecto y un tanto des-
nas de las embarcaciones turcas apresadas.
confiado Monarca a mantener a Requesens bien cerca
del fogoso Don Juan, mucho más que a separarlo de su
Cada galera cristiana lleva a remolque una galera turca
lado...
capturada, vuelta del revés ­con la proa mirando hacia
atrás­ y desprovista de remos.
El Comendador Mayor tuvo conocimiento de su nuevo
destino en Corfú, en el viaje de vuelta desde Lepanto,40
Los fuertes de la plaza contestan con sus salvas. En me-
así que a la llegada a Messina no tardó mucho en em-
dio de la euforia general, se iniciaron tres días de fiestas
prender viaje, pero no directamente a Milán, puesto que
palaciegas y populares.
se le ordenaba pasar primero por Roma. Siendo uno de
los hombres en quien mayor confianza depositaba Feli-
Atención a los heridos
pe II, y habiendo sido embajador allí hasta tiempos no
muy lejanos (1568), se le enviaba a Roma como delega-
Entre los heridos que sobrevivieron, a pesar de sus muy
do con poderes especiales para tratar con el Papa y los
graves heridas, estuvo Domingo de Zavala, ello sin duda
venecianos la campaña de la Liga Santa del año siguiente.
después de un largo período de convalecencia. Los heridos es-
pañoles fueron repartidos entre Génova y Messina.38
El siempre discreto Requesens llegó a Roma el día 5 de
diciembre, adelantándose un día a la entrada que tenía
Hallándose Don Luis de Requesens en Messina, cabe
anunciada, «por escusar un muy solemne y estraordina-
pensar que la convalecencia de Zavala, miembro desta-
rio recibimiento que me tenían aparejado».41 El antiguo
cado de su séquito y uno de sus más cercanos y fieles
embajador en Roma ­sucedido en el cargo por su her-
servidores, transcurrió en esta ciudad. No sabemos exac-
mano Juan de Zúñiga y Requesens­ fue excelentemente
tamente cuánto tiempo duró la recuperación, aunque
acogido por Pío V, con quien tenía una magnífica rela-
es evidente que no pudo seguir a su señor cuando este
ción, siendo alojado como alto honor en el propio pala-
partió pocas semanas después hacia Roma; sería en 1572
cio Vaticano junto a los cardenales de la Curia. Desde el
cuando se reuniría de nuevo con el Comendador Ma-
tiempo de su elección (1566) el Pontífice tenía un alto
yor en Milán.
concepto del Comendador Mayor, y le atribuía ahora,
Recordemos que fue también en Messina donde fue aten-
junto a Juan de Austria, el mayor mérito en el éxito de
dido el soldado Miguel de Cervantes, hasta su alta en
la campaña de Lepanto.42
abril de 1572.
El 11 de diciembre Requesens acudió con su hermano
el embajador Zúñiga a la primera reunión de los repre-
Las quejas de D. Juan de Austria
sentantes de la Liga cara a la siguiente campaña.43 El
y el nuevo destino de Requesens
capitulado para la segunda campaña anual de la Santa
Mientras tanto, el joven y ardoroso Capitán General
Liga se firmaría finalmente el 11-2-1572 con presencia
aprovechaba la victoria para intentar liberarse del con-
igualmente de los dos hermanos Requesens-Zúñiga, tras
trol de Luis de Requesens. El 25 de octubre, desde Cor-
lo cual el Comendador Mayor partió hacia Milán.
fú, escribió al príncipe de Éboli (Madrid) afirmando que
Después de Lepanto, Domingo de Zavala siguió al ser-
vivía «muy desgraciado»: aceptaba, como no podía ser
vicio administrativo de Requesens acompañándolo como
menos, la tutela que sobre él había encomendado el Rey
secretario al Gobierno general de Milán (1572-73) y fi-
al Comendador Mayor, pero señalaba que este la des-
nalmente a Flandes.
empeñaba con exceso de celo, y demasiada severidad.
Decía que trataban los dos juntos «infinitas materias,
Las secuelas de Lepanto en Zavala
que no resuelvo sin él»; y ya no podía hacer más, decía,
para «darle gusto», «sino dejándole todo el cargo»; hon-
Sin embargo, Zavala no quedaría exento, durante el res-
raba al Comendador Mayor, pero su presencia llegaba a
to de su vida, de las secuelas procedentes de las múlti-
serle agobiante39. Recordemos en este sentido, como
ples y gravísimas heridas recibidas de los turcos. Cuan-
detalle significativo, que al poco de salir de Barcelona
do en mayo de 1575 Luis de Requesens, Gobernador
Don Juan le invitó a seguir viaje a bordo de su propia
general de los Países Bajos, le envíe con urgencia a Ma-
galera Capitana y no de la galera «Real», en la que Re-
drid, comisionado para tratar con el Rey Felipe II y sus
quesens iba inicialmente embarcado.
Secretarios las medidas necesarias para reconducir la crí-
tica situación de aquel territorio, el Comendador Ma-
Indudablemente, Juan de Austria respiró aliviado cuan-
yor le indicaba que terminada su comisión regresara a
do el extraordinariamente cumplidor y recto Requesens
Flandes con la mayor rapidez posible, dentro de las po-
marchó hacia las nuevas y no menos altas responsabili-
sibilidades que le permitían sus antiguas heridas: «parti-
dades que el Rey le confiaba en Roma y Milán.
réis luego con la mayor diligencia que pudiéredes, (...)
porque por las heridas que tenéis en las piernas y por
En efecto, antes de que le llegaran a Felipe II estas que-
otras indisposiciones no podréis hacer tanta como yo
jas de su hermanastro, el Rey tenía ya previsto nombrar
querría (...)».44
a Requesens Gobernador general de Milán, para ocupar
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