1 -- Héroe en Lepanto
Años después, en abril de 1586, cuando en la Corte se
embarco enemigo, ni que las pudiera socorrer una vez
daba ya por hecho el inminente nombramiento de Za-
producido éste llevando refuerzos (como había suce-
vala como Secretario de Guerra de Su Majestad, nues-
dido en Malta en 1565, salvando la isla), podían ser
tro protagonista (en ese momento gobernador de los
presa fácil para los turcos;
estados del marqués de los Vélez, en Murcia-Almería)
- ni que decir tiene que los bastiones españoles en el
escribía a su protector Juan de Zúñiga y Requesens ­
Norte de África, que formaban la auténtica «defensa
hermano menor del fallecido Don Luis, y miembro in-
avanzada» de Italia y de España, habrían podido ser
fluyente del entorno más íntimo del Rey­ renunciando
barridos con relativa facilidad, dejando todo el litoral
al cargo: «hállome con alguna falta de salud y muy poca
norteafricano como dominio absolutamente propio del
voluntad de hacer esta jornada si es para proponerme
enemigo y lanzadera ­todavía a mayor escala de lo
algo del oficio de la Guerra como el pueblo con su liber-
que ya era­ para sus incursiones costeras y piratería en
tad ha publicado, porque de mis indisposiciones pasa-
la mar. Incluso, en fin, cualquier punto del extenso
das no he quedado sin vigilias que ya en mi edad han de
litoral italiano, de las islas Baleares y del sur de Espa-
crecer, y ser presente [tener en cuenta] que sea [que será]
ña, imposibles de defender con fuerzas terrestres por
para menor trabajo del que pudiera (...)» (12-4-1586).45
su enorme longitud, se convertían en lugar suscepti-
ble de recibir no sólo simples razzias sino un ataque
La trascendencia de Lepanto
turco a gran escala.
Mucho se ha discutido y matizado sobre el alcance es-
Unas pérdidas, cualquiera de ellas, que serían de muy
tratégico y la trascendencia histórica de la batalla de Le-
costosa reversión posterior. Estas amenazas latentes se
panto, sin perjuicio de coincidir en lo descomunal de su
vieron neutralizadas en Lepanto.
magnitud cuantitativa, que realmente no tiene paran-
A más largo plazo, hay que situar en este gran desastre
gón y la convierte en el mayor enfrentamiento naval de
naval turco el punto de inflexión de su Imperio de una
todos los tiempos, en lo que a los efectivos humanos
estrategia marítima claramente ofensiva a otra mucho
embarcados y al número de bajas se refiere.
más prudente y esencialmente defensiva, volcando en
Es cierto que la destrucción del poder marítimo
adelante sus principales ímpetus en una estrategia te-
turco-berberisco fue sólo temporal, no definitiva, al me-
rrestre y continental, con objetivos que ya no serán en
nos desde un punto de vista cuantitativo. Pero desde el
adelante el Mediterráneo.
punto de vista cualitativo, la pérdida masiva de aquella
Lepanto, en fin, no puso fin al terriblemente dañino
generación de excelentes marinos turcos, la mejor de su
corso berberisco, ni redujo los límites del Imperio tur-
historia por su pericia y su caudal de victorias previas
co, peromovió a este a partir de entonces a seguir una
acumuladas, fue irreparable. Sin embargo, ese tiempo
estrategia prudente de conservación en el «Mare Nos-
de indefensión naval turca no fue aprovechado por la
trum» (traducida en la paz firmada con Venecia en 1573
Santa Liga para una contraofensiva decisiva haciendo
y las sucesivas treguas con España a partir de 1578), y a
retroceder las avanzadas enemigas en el Norte de Africa,
reconducir su expansionismo en otras direcciones (Per-
acabando con el endémico corso berberisco, o en Gre-
sia y Balcanes), lo cual, desde luego, no fue pequeño
cia y ello, debido a los crónicos recelos y desavenencias
sino gran logro.
entre Venecia y España, y a la reorientación de Felipe II
hacia la grave crisis que se veía obligado a atender en los
Países Bajos. Pero no por ello se pueden minimizar los
«La batalla de Lepanto».
efectos que a corto y largo alcance tuvo el descalabro turco
Recreación moderna
en Lepanto.
de Antonio de Brugada (1850).
Baste pensar en lo que hubiera sucedido si en este gi-
gantesco choque la flota destruida hubiera sido la cris-
tiana y no la turca, partiendo del hecho de que España
no estaba en condiciones de desguarnecer el Atlántico y
trasladar sus efectivos oceánicos al Mediterráneo, pues
eran allí absolutamente vitales, en especial para prote-
ger y garantizar la arribada a la península de las Flotas
de Indias y, con ellas, de los metales preciosos america-
nos:
- en el plazo de los 1-2 años siguientes, antes de que la
Monarquía hispana y Venecia hubieran tenido tiem-
po de reconstruir sus escuadras de galeras, la propia
Venecia habría sido vulnerable a un probable doble
ataque turco por tierra y por mar;
- las estratégicas islas de Malta (especialmente) y Sicilia,
sin una fuerza naval que las defendiera evitando el des-
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