2.1. Los Países Bajos y su conflicto
su toma de decisiones, pero que no por ello tiene auto-
caso, además, le fue confiada por Requesens la respon-
ridad propia en estas materias, que cuentan con sus pro-
sabilidad a Zavala del mando sobre la galera «Granada»,
pios jefes responsables y con sus propias cadenas de
asumiendo el correspondiente protagonismo en el com-
mando, a cuya cima está el General, que no los oficiales
bate, con el heroísmo y las múltiples heridas que ya co-
de su estado mayor; éstos tramitan lo que ordena el Ge-
nocemos.
neral, y pueden aconsejarle, pero no mandan.
En 1651, una relación de servicios de su sucesor Do-
En cualquier caso, y con las salvedades y matices señala-
mingo de Zavala y Aranguren afirma, remontándose a
dos, la tarea administrativa que le correspondía sacar
los méritos del fundador del linaje, que éste había sido
herido en Lepanto y en Flandes.16 No tenemos más da-
adelante a Zavala era ingente, y no cabe duda de que
tos al respecto. Cabe pensar que Zavala, en efecto, pudo
fue desempeñada a satisfacción de su señor, como lo
verse envuelto durante alguno de sus viajes ­por territo-
evidencia la alta confianza con que le envió en mayo de
rios a veces no del todo seguros­ en alguna escaramuza,
1575 a Madrid a tratar con Su Majestad y sus ministros.
o bien, resultar herido al acompañar al Comendador
Conviene aclarar, también, que Zavala fue en Flandes
Mayor a alguna de las operaciones militares que este
un alto empleado de la administración militar, pero no
último acudió a supervisar en persona.
propiamente un militar, y por tanto su función fue es-
Es cierto que su señor Requesens ocupó la mayor parte
trictamente burocrática y nunca le correspondió un
de su tiempo entre Bruselas y Amberes, ocupándose de
mando operativo de tropas. (Lo mismo puede decirse
las cuestiones políticas y delegando el mando militar tác-
de otros episodios de su vida, como su posterior etapa
tico en sus excelentes «maestres de campo» y coroneles
en el oficio de Veedor y Contador por Su Majestad en el
(como la célebre «Santísima Trinidad» que formaban los
Principado de Cataluña). No era su misión combatir,
formidables Sancho Dávila, Julián Romero y Cristóbal
sino administrar. De hecho, que sepamos (al menos, por
de Mondragón17), pero no por ello dejó de acercarse
lo que nos consta de su vida a partir de 1571), nunca a
lo largo de la vida de Zavala fue su cometido luchar, eso
varias veces al frente.
sí, con una sobresaliente excepción, el caso de Lepanto.
Tampoco, en fin, es descartable que estando presente en
En Lepanto, participó como oficial de la administra-
alguna guarnición con motivo de una comisión admi-
ción militar, concretamente como contable, pero cier-
nistrativa, pudiera Zavala verse circunstancialmente in-
tamente, aquí, en el reducido espacio de las galeras, a
volucrado en un asalto enemigo y tuviera que echar mano
todos los séquitos y planas mayores, hasta el último es-
de la espada. En cualquier caso, ello sería la excepción y
cribiente, les tocaba también armarse y pelear. En este
nunca la regla general.
Unos sencillos exponentes
de la actividad administrativa de Zavala
en la Secretaría de Estado y
Guerra de los Países Bajos
(y en el despacho de otros asuntos, particulares, de su señor)
Además de los pequeños testimonios que recogemos a manera de muestra en el Apéndi-
ce II (cfr.), apuntaremos simplemente, como otro indicio, las alusiones que se hacen a
Domingo de Zavala en el Tomo CII de la Co.Do.In. (pp. 434, 464-465), y en la docu-
mentación del año 1574 (enero-octubre) que nos ofrece la Nu.Co.Do.In.:
- Tomo I: pp. 50, 65, 133, 216, 231, 362.
- Tomo II: pp. 68-69, 76, 89, 261, 303, 342-343.
- Tomo III: pp. 9, 71, 181, 324.
- Tomo IV: pp. 169, 184-185, 230-237, 240, 334.
- Tomo V: pp. 305, 340.
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