2.1. Los Países Bajos y su conflicto
«No creo que será posible tomar el camino del
en 1575), se vieron sin embargo anulados por la ago-
concierto que Vuestra Señoría dice, de que yo hol-
biante falta de recursos económicos, que no sólo impi-
garía harto, pero ni hay comisión [del Rey] para
dió la explotación del éxito, sino que, mucho peor, de-
perdonar al Príncipe de Orange, ni él abre puerta
generó en los motines y desórdenes de un Ejército des-
para merecello, ni sólo dél dependen estas cosas,
esperado... y, por tanto, en un terrible descrédito políti-
que tenemos muchos vecinos ruines que las fo-
co para la causa de Felipe II en el País. Así ocurrió tras la
menten,29 y las voluntades de los de la tierra están
victoria de Mook (motín de Amberes), y después de los
muy dañadas y muy desconfiados de que se les
éxitos en Zelanda (el catastrófico caos del Ejército que
guardará lo que se les prometiere, y, lo que peor
siguió a la muerte del Comendador Mayor en marzo de
es, que hay mucho daño en lo de la religión, en
1576).
que no puede haber medio; pero (...) de mi parte
No cabe duda, en este sentido, de que la mayor satisfac-
yo haré lo que pudiere» (Requesens a Busto de
ción vivida por Requesens y por Zavala en Flandes fue
Villegas,30 27-11-1573).
el triunfo obtenido por Sancho Dávila en Mook, y que
No podemos extendernos aquí sobre la complejísima
la peor pesadilla, en cambio, fue la amenazante irrup-
problemática de los Países Bajos y las diversas solucio-
ción en Amberes del ejército amotinado, que inmedia-
nes propuestas por Requesens. Simplemente apuntemos,
tamente siguió a aquél, aunque afortunadamente, den-
brevemente, que el conjunto de medidas políticas em-
tro de todos los perjuicios y sinsabores que de esta ac-
prendidas por el Comendador Mayor comprendía:
ción se derivaron, pudo evitarse el «mal mayor», el sa-
queo de la ciudad.
- el perdón general a los sublevados y emigrados que
volvieran a la obediencia del catolicismo y del monarca;
Mook (14-4-1574) significó, en efecto, para los rebel-
des un estrepitoso descalabro militar. Aprovechando que
- la supresión del Consejo de los «Troubles» o de los
Tumultos, popularmente conocido como «Tribunal de
las fuerzas españolas estaban concentradas al norte en el
la Sangre», creado por el Duque de Alba como tribunal
frente de Holanda, Luis de Nassau entró desde Alema-
de excepción para el castigo de los delitos de rebelión, y
nia por el flanco oriental con la intención de invadir el
cuyas actuaciones le habían granjeado el odio general;
Brabante, corazón de los Países Bajos meridionales, que
se hallaba en ese momento poco guarnecido. En los prin-
- la revocación de los nuevos impuestos ­no menos abo-
cipados protestantes alemanes encontraba apoyo la re-
rrecidos­ que había establecido igualmente el mismo
belión.
Duque de Alba;
El Comendador Mayor desplegó desde Amberes una re-
- la retirada de Amberes de la polémica y provocativa
acción estratégica magistral33 redesplegando fuerzas para
estatua del Duque; etc.
cerrar el paso a la incursión, y el talento táctico de San-
No obstante, también es cierto que este programa31 se
cho Dávila en primera línea de las operaciones, junto
fue aplicando con bastante lentitud al atenerse estricta-
con la superioridad cualitativa y maniobrera de los Ter-
mente Requesens a la aprobación Regia, que siempre
cios en combate a campo abierto ­aun en inferioridad
tardaba su tiempo en llegar, para desesperación del Go-
numérica, como en este caso­, hicieron el resto. Murie-
bernador,32 y debido también a que algunas de estas me-
ron Luis de Nassau y su hermano Enrique, y lo que so-
didas ofrecidas por el Comendador Mayor sólo se ha-
brevivió del ejército invasor huyó a la desbandada.
rían definitivamente efectivas tras su muerte acaecida
Fue un hecho resonante que fallecieran las tres cabezas
en marzo de 1576.
visibles de la invasión: estos dos Nassau, hermanos del
En la Corte, tales concesiones políticas de Requesens
líder de la rebelión protestante holandesa, Guillermo de
eran criticadas por el Duque de Alba y por el obispo de
Nassau (príncipe de Orange); y el duque Cristóbal, hijo
Cuenca e Inquisidor general (Gaspar de Quiroga), miem-
del Elector palatino Federico III, símbolo del aliento
bros del Consejo de Estado, aunque estas censuras no
que los príncipes protestantes alemanes prestaban a la
fueron atendidas por el Rey, quien había auspiciado y
misma.
autorizado la nueva orientación emprendida por el Co-
Sin embargo, acto seguido y en el propio campo de ba-
mendador Mayor. Retengamos el nombre del obispo de
talla las mismas tropas vencedoras se amotinaron y se
Cuenca, porque este será uno de los hombres con los
dirigieron a Amberes, tomando la ciudad como rehén
que tenga que lidiar Domingo de Zavala durante su fu-
hasta que el 30 de mayo obtuvieron las pagas atrasadas,
tura comisión en Madrid (1575), como veremos (cfr.
las cuales tuvieron que ser adelantadas, a préstamo, por
Apéndice III).
los propios ciudadanos, temerosos de un saqueo.34 Las
consecuencias políticas, en términos de desprestigio,
fueron incalculables, y la imagen de Requesens resultó
La victoria de Mook y el motín de Amberes
muy deteriorada, tanto más, estando él mismo presente
físicamente en la misma ciudad mientras ocurrían los
Por otra parte, los triunfos muy prometedores que du-
hechos35, por lo que se consideró excesiva debilidad y
rante el mandato de Requesens se consiguieron en el
condescendencia para con los amotinados.36
campo de batalla (Mook en 1574 y las islas de Zelanda
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