2.2. La comisión de Zavala ante el Monarca
tares fáciles y mermar su comercio, hostigando y arre-
rante por la crónica privación de fondos, traducida en
batando los puertos, ríos y canales que hasta ahora tan
continuas demoras, altos y aplazamientos de las opera-
cómodamente utilizaba, y para ello era imprescindible
ciones, de lo cual el Gobernador general no deja tampo-
una fuerza naval bien equipada. Era necesario un nú-
co de quejarse amargamente por supuesto; y aun así,
cleo de naos gruesas, acompañado de numerosa flotilla
gravosísima para las atribuladas arcas Reales.
de embarcaciones ligeras aptas para la navegación flu-
El objetivo estratégico principal de Requesens para ases-
vial.
tar el más duro golpe posible a los rebeldes era la recupe-
El problema: la impotencia financiera de la Monarquía
ración de la crucial isla de Walcheren (Zelanda), situada
para atender simultáneamente todos los frentes que te-
en la desembocadura del Escalda, tanto porque supon-
nía abiertos; si apenas había recursos para llevar en Flan-
dría levantar el bloqueo que el enemigo mantenía sobre
des una guerra terrestre de objetivos muy limitados,
este río y sobre Amberes, como, y no en menor medida,
menos los había para levantar y mantener allí una nue-
porque con el puerto de Flesinga («Flexelingas» o «Fle-
va armada. Bastantes apuros costaba ya sostener unas
selinges», en las fuentes españolas de la época) en manos
fuerzas mínimamente imprescindibles en la Carrera de
españolas, se dispondría por fin en la costa de un fondeade-
Indias o en el Mediterráneo. La guerra terrestre era ella
ro apto para naos gruesas, desde donde podría operar la
misma llevada, además, con una morosidad desespe-
Armada española destinada al Canal de la Mancha.
Trascendencia de la estrategia marítima
en el pensamiento de Luis de Requesens
El Comendador Mayor no dudaba que los magníficos Tercios españoles podían vencer a las
tropas rebeldes en toda batalla que se planteara a campo abierto, pero advertía que esa circuns-
tancia se daría muy pocas veces, por rehuirla el enemigo, y por tanto no cabía depositar ahí las
esperanzas de victoria.
«La substancia es los puertos y tierras marítimas» (a su hermano Juan de Zúñiga, 22-11-1573).
«Hice mi juramento y me encargué del gobierno a 29 del pasado [noviembre], y hallo todo lo
de acá en muy peores términos de lo que nunca estuvo, ni aún de lo que hasta aquí se ha
escrito ni jamás se pensó, porque los enemigos son absolutamente señores de la mar, por la
cual tienen asediados todos los Estados [leales], pues faltándoles el comercio con que se soste-
nían puede V.md. considerar en el término que estarán. Tienen [los rebeldes] asimismo ocu-
pados todos los puertos principales (...)» (a su yerno Pedro Fajardo, 4-12-1573).
«El ganar una batalla, ni muchas aquí, no me puede dar entero contentamiento, pues dellas
no resulta el ablandarse la obstinación de los rebelados, ni reducirse ningunas tierras, y son
tantas las que los enemigos poseen, que por haberse de ganar una a una por fuerza, no basta la
vida de los hombres que la pudieren tener más larga, ni toda la hacienda del mundo para
sustentarlo, mientras los enemigos fueran señores del mar, como ahora lo son» (a Granvela,
mayo de 1574).
«A la verdad, si la quietud destos Estados dependiera de romper la gente de los enemigos en
campaña, presto se vería el fin, pues ninguna vez se peleará con ellos que no se pierdan, pero
no depende sino de quitalles la fuerza de la mar, donde son superiores» (a Juan de Zúñiga,
5-6-1574).
«El que es dueño del mar puede acudir a muchas partes muy brevemente; pues como dicen,
este [el ejército rebelde] es un ejército con alas, especialmente desde Fleselinges»1 (al Rey
Felipe II, 19-8-1574).
«Reducir por fuerza 24 villas que hay rebeladas en Holanda, tardándose en cada una dellas lo
que hasta aquí se ha tardado en las que por este camino se han reducido, no hay tiempo ni
hacienda en el mundo que baste, y gastando los rebeldes muy poco harán consumir toda la
que he dicho, (...) que siendo señores de la mar y la contratación que por ella les viene, recom-
pensan lo que en tierra pierden» (al Rey, 6-10-1574).
* Una completa exposición del acertado (aunque, al fin y a la postre, frustrado) interés prioritario del
Comendador Mayor por Walcheren y su vital puerto de Flesinga, y de la importancia decisiva que
otorgaba al componente marítimo dentro de su estrategia militar, en Barado (1906) (pp. 24-30,
46-48, 54-55, 83-85, 104-105, 107, 113-114).
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