2.2. La comisión de Zavala ante el Monarca
7
Futuro III Marqués de los Vélez. En ese momento, envia-
de Felipe II estuvo en no relevar al Duque de Alba después
do diplomático extraordinario de Felipe II en la Corte
de 1568, cuando las fuerzas del Rey habían recuperado el
Imperial de Viena. (Co.Do.In., Tomo CII, pp. 350-351).
control de los Estados y, de la mano de otro Gobernador,
se podía haber dado inicio a una política generosa de per-
8
Co.Do.In., Tomo CII, pp. 373, 378, 380.
dón y magnanimidad, en lugar de insistir en la misma
9
Co.Do.In., Tomo CII, p. 422.
severidad y dar inicio, encima, al establecimiento de los
nuevos y tan odiados tributos (1569).
10
Kamen (2004), p. 214.
23
Parker (1998), pp. 246-247.
11
Álvarez-Ossorio (2001), pp. 189-194, 322; Parker (1985),
pp. 326, 147-148, 160-161; Parker (1986), p. 216.
24
Uno de los nuevos e impopularísimos impuestos que el
Duque de Alba había introducido en el País. Cfr. Parker
12
Álvarez-Ossorio (2001), p. 194; Parker (1985), p. 326.
(1985), pp. 179-180.
13
Una relación cronológica de estos Secretarios, en Parker
25
Co.Do.In., Tomo CII, p. 380; Barado (1906), pp. 30-31.
(1985), p. 337. Conviene aclarar que algunos de los datos
biográficos que se apuntan sobre Domingo de Zavala son
26
Carta a su yerno Pedro Fajardo, 15-11-1573 (Co.Do.In.,
inexactos o un tanto confusos: entre 1576-1586 fue un
Tomo CII, p. 351).
protegido de Juan de Zúñiga y Requesens (embajador en
27
Kamen (2004), p. 202.
Roma, virrey de Nápoles, y por último, figura destacada
28
Barado (1906), p. 82; Kamen (2004), p. 158. Barado (p.
en la Corte), y en algunos momentos le sirvió como su
24) destaca el valor del Comendador Mayor al juzgar tan
agente en Madrid, pero en ningún momento fue su «se-
duramente la gestión del Duque, ya que tal juicio ponía
cretario», ya que ni siquiera llegaron nunca a residir am-
en cuestión implícitamente el acierto del propio Monar-
bos en el mismo lugar; por otro lado, Zavala estuvo unos
ca, que después de todo era quien había mantenido y res-
años más tarde ­como bien se afirma­ en Madrid, hasta
paldado al Duque en el cargo durante tanto tiempo. Si
1603, pero no «para rendir cuentas al Gobierno» (supues-
bien es cierto que el propio Requesens atenuaba de alguna
tamente ­cabría entender­ acerca del ejercicio de algún
manera este riesgo, con el socorrido recurso de sugerir que
empleo Regio anterior), sino ejerciendo el oficio de Con-
el Duque se había preocupado de desinformar al Rey en-
tador Mayor, es decir fiscalizando y aprobando las cuentas
de la Monarquía.
cubriendo los ruines sucesos y encareciendo sólo los bue-
nos. Maltby (1983), en cambio, considera que estas duras
14
Parker (1998), p. 71; Parker (1985), p. 149.
censuras de Requesens al Duque ante el Rey obedecían a
15
Al menos, así se deduce del organigrama de Parker (1985),
un evidente deseo de autoprotección y autojustificación
p. 326. Cfr. también la p. 148.
por parte del Comendador Mayor. Probablemente, en fin,
tanto Barado como Maltby tienen parte de razón, y hubo
16
ACZ 5.28. Recogido por Gómez Rivero (1999), p. 170.
en las denuncias de Requesens algo de todo ello.
17
Nacido en Medina del Campo (Valladolid), oriundo de la
29
En referencia a los príncipes protestantes alemanes, Ingla-
villa guipuzcoana de su apellido. Otros destacados coro-
terra, y los hugonotes franceses. Requesens admitía la gran
neles de aquel renombrado Ejército eran Gonzalo de Bra-
dificultad que, tanto para su antecesor el Duque de Alba
camonte, Francisco de Valdés, Gaspar de Robles, Francis-
como para él mismo por supuesto, suponía el hecho de
co Verdugo, etc, todos ellos de gran fama en la guerra de
que los «herejes» alemanes, ingleses y franceses ­forman-
Flandes.
do una fáctica confederación anticatólica­ fomentaran y
18
Ruiz Morales (1963), pp. 320-322.
apoyaran la rebelión de Flandes como lo estaban hacien-
do.
19
«Historia universal desde 1543 hasta 1607», París
1607-1608. Citado por Barado (1906), p. 117.
30
Sancho Busto de Villegas era gobernador y administrador
del arzobispado de Toledo, y miembro del Consejo de la
20
«Usar de las armas y fuerza por una parte, y de gracia,
Inquisición. Requesens estaba en contacto con él por cau-
negociación y trato por otra», en resumen de Requesens al
sa de la próxima boda de su hijo en Toledo. (Co.Do.In.,
propio Monarca.
Tomo CII, pp. 402-403).
21
Barado (1906), pp. 63, 48-53, 107-109.
31
Barado (1906, pp. 30-35) describe el pensamiento de Re-
22
Kamen (2004), p. 232. Maltby (1983) considera que el
quesens en cada una de estas cuestiones, y sus discrepan-
envío del Duque de Alba a Flandes en 1567 para aplicar
cias punto por punto con el juicio del Duque de Alba,
una política de firmeza, era algo inevitable y lógico, debi-
expuestas en cuatro cartas enviadas por el Comendador
do a los desórdenes iconoclastas protestantes (asaltos y
Mayor al Rey el 30-12-1573.
profanaciones de templos católicos), el absoluto desgobier-
32
Fue el caso, por ejemplo, del perdón general, que a juicio
no y descontrol del País, y la deriva que se estaba produ-
de Requesens llegó ya a destiempo (Barado, 1906, pp. 79,
ciendo hacia el caos; cuestión distinta es que la firmeza
101). Fue publicado por fin en Bruselas en junio de 1574,
aplicada por el Duque pecara de excesivo rigor y dura-
pero el Comendador Mayor hubiera deseado inaugurar ya
ción, y fuera políticamente un desastre, alejando de sí a la
su mandato con esta medida. De hecho, así lo esperaba
misma población católica. En cualquier caso (así lo reco-
noce también Parker), era difícil que ningún Monarca de
antes de llegar a Flandes, porque el Rey le había escrito en
la época consintiera de buena gana, sin una respuesta fir-
este sentido; el propio Monarca escribía en octubre de 1573
me, una disidencia religiosa y un reto directo contra la
al Duque de Alba anunciando el próximo envío del per-
autoridad Real como los que se estaban produciendo en
dón general para que «lo hiciese publicar el Comendador
1567 en Flandes. Se considera generalmente que el error
mayor, por principio de su gobierno, para ablandar los
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