III -- Otros episodios de una vida
mos apuntado, tenía su sede en Villarejo de Sal-
3.3.  Gobernador del señorío
vanés2 (al sur-este de Madrid) y sus posesiones
se repartían por diversos pueblos del área de
del Marqués de los Vélez
Madrid y del Campo de Montiel (Ciudad Real).
Zavala se desplazó personalmente a Villarejo y
(Murcia-Almería) (1583-1594)
al Campo de Mo n t i e l , y f i n a l m e n t e e l
11-10-1577 concluyó las cuentas de Diego de
Aponte, administrador que había sido de dicha Enco-
Con el fallecimiento de Luis de Requesens acontecido
mienda en el tiempo del Comendador Mayor Luis de
en Bruselas el 5-3-1576, terminó la comisión que Do-
Requesens.
mingo de Zavala venía desempeñando en Madrid en
nombre del Gobernador general de los Países Bajos (cfr.
Parece, en fin, que llevó en persona a Barcelona la docu-
supra, epígrafe 2.2.). A Zavala la muerte de Requesens le
mentación resultante de sus gestiones, aunque una seria
halló en Villafranca atendiendo asuntos personales.
enfermedad le retuvo en Villafranca durante el invierno
de 1577-1578. No fue esta la única vez que se acercó a
No se rompió por ello, sin embargo, el vínculo de Zava-
su villa natal en este tiempo, ya que también lo hizo en
la con la familia Requesens-Zúñiga, ya que continuó a
el anterior invierno 1576-1577, con licencia de su se-
su servicio privado, como encargado de la ejecución del
ñora doña Jerónima.
testamento del difunto en la parte que tocaba a la Cor-
te. A mediados de mayo de 1576 volvía de Villafranca a
Madrid para desempeñar este nuevo encargo, por indi-
Veedor y Contador por su Majestad
cación del albacea testamentario Guillem de Sant Cli-
en el Principado de Cataluña
ment, a la sazón todavía en Bruselas. Este último cono-
cía a Zavala desde hacía años, pues compartían ambos
Cuando en marzo de 1576 se recibió en Madrid la noti-
una larga trayectoria al servicio del fallecido Don Luis,
cia de la muerte de Requesens, su yerno el Marqués de
y no dudaba del interés y eficacia que pondría el gui-
los Vélez recomendó ante el Rey a los que habían sido
puzcoano: «muy acertado ha sido encomendar a v.m.
sus servidores, y entre ellos los secretarios Domingo de
los negocios del alma del Comendador Mayor, pues
Zavala y Baltasar López3 «pues tenían suficiencia, y ha-
nadie los entenderá mejor, ni los hará con más amor»
bían servido aprobados por el Comendador Mayor», a
(Bruselas 2-7-1576) (cfr. Apéndice IV).
lo que el Monarca «respondió a todo bien y que tendría
cuidado de las cosas del Comendador Mayor».4
Agente de Juan Zúñiga en Madrid.
Evidentemente, se debió a la influencia del Marqués, y de
El testamento de Requesens
Juan de Zúñiga ­hermano del difunto, y como sabemos,
embajador en Roma­, el nombramiento de Zavala como
Por su parte Juan de Zúñiga (a la sazón en la embajada
Veedor y Contador por Su Majestad en el Principado de
de Roma), hermano del difunto, era igualmente buen
Cataluña. Era un cargo localizado, no por casualidad, en
conocedor de los servicios que a éste le había prestado
la propia ciudad de Barcelona, hogar de los Requesens.
Domingo de Zavala, y de la gran estima que el Comen-
Vendrían así a yuxtaponerse de nuevo el servicio públi-
dador Mayor le brindaba. Tenemos una muestra de ello
co y el servicio privado, con arreglo a la costumbre de la
en la carta que Requesens le escribiera desde Milán en
época, ya que Zavala no dejaría nunca de ser un leal y
marzo de 1573, cuando preparaba su traslado a Flandes
eficiente servidor de su señora Jerónima de Hostalrich
(cfr. Apéndice II). El propio Zúñiga había pedido a su
(hasta su fallecimiento en noviembre de 1579). Igual-
hermano en enero de 1574 que encomendara a Zavala
mente lo sería en adelante y en la distancia, de Juan de
la tarea de escribirle con las novedades de Flandes: «a
Zúñiga (Roma, Nápoles, Madrid), al quedar éste como
Zabala puede [Vuestra Excelencia] mandar que me avi-
cabeza de la familia, así como de Mencía de Requesens
se de lo que conviniere que yo sepa».1
(hija de los difuntos don Luis y doña Jerónima), mar-
Situándonos en mayo de 1576, esta labor de Zavala
quesa viuda de los Vélez. Así, no resulta extraño encon-
como agente en Madrid, más dificultosa de lo que a
trar a Domingo de Zavala respondiendo a una petición
primera vista pudiera parecer, por la enrevesada situa-
de los munícipes de la villa de Martorell ­perteneciente
ción de la hacienda de Requesens, se prolongó al menos
al señorío Requesens­ en nombre de dicha doña Men-
hasta diciembre de 1577, bajo la supervisión de la fami-
cía, «señora de dicha villa» (14-9-1580).5
lia (Juan de Zúñiga, embajador en Roma, la viuda Jeró-
Era, el de Veedor y Contador, un doble cargo de la ad-
nima de Hostalrich, en Barcelona, y el yerno Pedro Fa-
ministración militar cuya finalidad era la fiscalización
jardo, Marqués de los Vélez, en la Corte).
económica y la contabilidad de las tropas y fortalezas
del ejército Real en Cataluña, así como de los astilleros
Zavala se ocupó de velar ante los organismos cortesanos
de Barcelona, las célebres Atarazanas donde se construían
por los intereses de la hacienda del difunto, de cobrar y
las galeras Reales. Ya hicimos alusión a ellas brevemente
pagar deudas, y asimismo, de tomar las cuentas y cobrar
en el Epígrafe 1.1.; hoy día siguen existiendo, como
las rentas pendientes de la Encomienda Mayor de la or-
Museo Marítimo de Barcelona.
den de Santiago en Castilla. Esta última, como ya he-
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