III -- Otros episodios de una vida
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go, continuaron las reclamaciones en contra por parte de un sector de las Cortes, y final-
mente en el mes de agosto el Rey dispuso que el personal del Consejo y la Contaduría no
recibiera tales gratificaciones.
En las Cortes de 1601, el Presidente (Marqués de Poza), los Contadores Mayores (Ga-
ytán de Ayala, Salablanca y Zavala ­Menchaca había fallecido el año anterior­) y otro
personal presentaron, según costumbre, un memorial solicitando gratificación por el tra-
bajo que suponía el repartimiento, cobranza y cuentas del «servicio» del Reino. Recorda-
ban que la vez anterior se les había negado y sugerían que ahora, en compensación, la
gratificación se hiciera «con grandeza». Esta vez, en efecto, se les concedió y además en
mayor cantidad de la que se les había negado en 1596: por un total de tres años, 1.000
ducados al Presidente ­333 al año­, 600 a cada Contador ­200 al año­, etc.2
Con la nueva organización de 1602, el salario del Presidente y de los Consejeros ascendió
a 1.000.000 mrs. (2.666 ducados) y 450.000 mrs. (1.200 ducados) respectivamente.3 Y
en efecto, cuando en 1603 se jubiló el «Contador Consejero» Domingo de Zavala, siguió
percibiendo su salario anual de 450.000 mrs. (1.200 ducados) que le correspondía con
arreglo a la nueva planta del Consejo establecida en 1602.4
Una sensible ventaja de estos altos cargos de Hacienda es que cobraban sus haberes con
mucha mayor puntualidad que la inmensa mayoría de los demás empleados de la admi-
nistración Real, y ello por razones obvias. Lo cual no quiere decir que, incluso ellos, no se
vieran afectados por retrasos, a pesar de estar en una posición privilegiada a este respecto.5
Como bien apuntaba Espejo de Hinojosa en 1924,6 puede decirse que el Presidente del
Consejo de Hacienda, los Consejeros, y los Contadores Mayores de aquella época, dis-
frutaban de una categoría económica ­y de una valoración social, añadiríamos nosotros­
mayor que la que en tiempos modernos puede corresponder a un Ministro, Secretarios
de Estado, y Directores generales.
1
Espejo de Hinojosa (1924), pp. 68-69, 71; Carlos Morales (1996), pp. 203, 209.
2
Espejo de Hinojosa (1924), pp. 122-126.
3
Barrios (1988), p. 260.
4
Cfr. Apéndice X. Este dato de los 1.200 ducados aparece también en la documentación del
pleito por la sucesión del mayorazgo Zavala, que tuvo lugar después de la muerte de Don
Domingo (ACZ).
5
Espejo de Hinojosa (1924), pp. 71-73.
6
1924, p. 70.
El Alcázar Real de Madrid
dos representantes del Consejo de Castilla­ en las que
se trataban los asuntos de mayor importancia.40
Terminemos señalando que tanto la Contaduría Mayor
como el Consejo tenían su sede en el Alcázar Real de
Madrid era la sede de los Consejos supremos de la «Mo-
Madrid. Así, en la reforma de 1593 se concretó que el
narquía Católica» o Monarquía hispánica, salvo del Con-
Consejo de Hacienda se reuniera por las tardes en las
sejo de Navarra, que como única excepción a la regla
dependencias de la Contaduría Mayor de Hacienda.39
general, no radicaba en Madrid, sino en el mismo Rei-
A principios del siglo XVII, el Consejo se reunía todas
no de su nombre. Unos estaban relacionados con un
las mañanas durante tres horas, y los martes, jueves y
territorio ­Castilla o «Real», Aragón, Indias, Italia, Por-
sábados también por las tardes durante dos horas, sien-
tugal, y Flandes (estos dos últimos de reciente creación,
do en estas sesiones vespertinas ­a las que acudían los
en 1583 y 1588)­, y otros con una determinada fun-
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