3.6. La vida familiar y el mayorazgo
no había puesto tal demanda, pero encargaba que se
«Nos maravillamos [afirmaban los abogados de D.Z.A.],
pusiera ésta después de su muerte ­como, en efecto, haría
cómo se trata con tanta porfía del miedo, de la lesión, del
su hijo Juan, pero sin fruto­.
perjuicio del consentimiento, y de otras consideraciones,
que si en este mayorazgo se admitiesen, ninguno queda-
ría válido». Hay que reconocer que la defensa de D.Z.A.,
El pleito por el mayorazgo de Zavala
en efecto, no lo tuvo muy difícil para echar por tierra los
alegatos ­francamente débiles­ de la parte contraria.
Entrando ya en el tantas veces mencionado pleito, que
no analizaremos en todo su detalle por su larga dura-
De poco podían servir en fin, por su falta de fuerza pro-
ción (se inició en los años 20 y no terminó hasta 1634),
batoria, testimonios tales como los siguientes (aparte de
señalemos que la parte de Juan de Zavala se propuso ­
que eran cómodamente contestados por los contra-tes-
sin éxito, finalmente­ obtener la nulidad del mayoraz-
timonios de la parte de D.Z.A. en opuesto sentido), so-
go fundado por Domingo de Zavala, basándose en el
bre la «áspera y rigurosa condición [de Don Domingo]
argumento de que la conformidad previa que le diera
con su mujer, hijo, y criados», sin presentar pruebas que
Martín (en sus capitulaciones matrimoniales, firmadas
vinieran concretamente al caso:
y ratificadas en 1602) había sido contra su voluntad.
«Porque Domingo de Zavala padre del dicho don
Esta tesis era la base principal en que se apoyaban para
Martín de Zavala tuvo tan rigurosa y áspera con-
solicitar la anulación del mayorazgo, pero necesitaban
dición con el dicho D. Martín su hijo, y con doña
probarla. Intentaron conseguirlo presentando como
Magdalena de Arrúe su mujer, como lo mostró
prueba las afirmaciones de varios testigos sobre el carác-
en muchas ocasiones; y ellos le tenían tanto te-
ter de Don Domingo y sus relaciones con su hijo, pero
mor reverencial y miedo, que no se atrevían a con-
tales testimonios no tuvieron la concreción necesaria
tradecirle cosa ninguna, aunque fuera injusta, y
como para establecer que el mayorazgo no había conta-
no pudieron rehusar, ni escusarse, y [hubieron de]
do con la conformidad de Don Martín y que, por tan-
otorgar cualquier escritura que él les pidiera».
to, debía ser anulado.
Uno de los testigos que se expresaron en este sentido,
Veamos con algún mayor pormenor tales afirmaciones
fue Juan Martínez de Arriola (vecino de Elgoibar), que
de la parte de Juan de Zavala, cuyo pretendido carácter
había sido secretario de Don Domingo durante unos
probatorio, fue desmontado por la parte contraria sin
diez años, primero en la secretaría de gobierno del Al-
demasiada dificultad. El despliegue de argumentos y
mojarifazgo Mayor de Sevilla, y finalmente como su se-
contra-argumentos fue el siguiente.34
cretario particular, en la última etapa de la vida de Za-
vala, ya retirado en Villafranca.
- Tesis central de Juan de Zavala (en adelante, J.Z.): Don
Martín «fue leso enormísimamente, consintiendo que
El testimonio potencialmente más valioso era el de la
se vinculase su hacienda», habiendo consentido sólo por
viuda de Don Martín, Isabel de Avendaño, señora de
«el miedo reverencial» que tenía a su padre debido a la
Villarreal de Álava, que se presentaba igualmente como
«aspereza y rigurosa condición» de éste. Ello, a su juicio,
testigo de J.Z.:35
era causa bastante para declarar nulo el mayorazgo, con-
«Porque en particular el dicho don Martín de Za-
siderar a sus bienes como libres, y dar por propietario a
vala su hijo, le tuvo al dicho Domingo de Zavala
Juan de Zavala. El mayorazgo, en fin, no era válido por-
su padre tan grande miedo y respeto, que en nin-
que se hizo con el presupuesto de que consentía Martín
guna manera se atrevería a contradecirle cosa que
(al firmar las capitulaciones matrimoniales en que se pre-
le mandara, aunque fuera muy injusta, por el gran-
veía su fundación), en lo cual «intervino miedo reveren-
de miedo y respeto que le tenía a su condición,
cial, que impedía el valor y efecto de su consentimiento».
que la tenía muy áspera: (...) de manera, que el
- La respuesta de la parte de Domingo de Zavala y Aran-
dicho don Martín delante del dicho su padre, con
guren (en adelante, D.Z.A.) era obvia: Don Martín ha-
estar casado, y ser hombre de 28 años, no osaba
bía consentido libremente la fundación del mayorazgo,
alzar la cabeza, y la testigo fue enterada de perso-
como habría hecho «cualquier hombre prudente», ya
nas de crédito, que el mismo miedo y respeto le
que se creaba «para memoria de su linaje». En cuanto a
tenía la dicha doña Magdalena su mujer, por lo
las pruebas que se pretendían en sentido contrario, «se
cual la susodicha y don Martín su hijo no pudie-
responde a esta oposición, que no está probado el mie-
ran rehusar el otorgar cualesquier escrituras, y cosas
do reverencial, porque los testigos presentados por don
que les pidiera».
Juan de Zavala (...) sólo dicen con generalidad que Do-
Por cierto que algunos otros testigos de J.Z. rebajaban
mingo de Zavala tuvo áspera y rigurosa condición, y
el tono, y hablaban de que Martín y Doña Magdalena
que le tenían respeto y miedo su mujer y su hijo, pero
condescendían a hacer siempre la voluntad de Don Do-
no dan la causa de sus dichos, ni hacen mención de nin-
mingo por el «muy grande respeto» que le tenían, como
gún caso en que ejercitase aquella aspereza y rigor, en
persona que era «de gran valor y severidad» (no llega-
tanto grado, (...) siendo así que para la probanza del
ban, por tanto, a los extremos dialécticos de la «áspera y
miedo, no basta deponer con generalidad, sino que es
rigurosa condición» y del «miedo reverencial»).
necesario referir las especies y casos particulares».
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