III -- Otros episodios de una vida
- Las contra-alegaciones de J.Z. no pudieron ser más
No cabe duda de que algo de todo ello debía haber en el
débiles, ya que apenas se limitaron a señalar que, ha-
fuerte carácter de Don Domingo y en las relaciones con
biendo dado Don Martín en las capitulaciones matri-
su hijo, pero de cualquier modo, aun en el caso de que
moniales su palabra como caballero de que se casaría
hubiera sido efectivamente así y en el grado que se pre-
con Doña Isabel, si se fue a casar contra la voluntad de
tendía, no era suficiente ni venía al caso para servir de
sus padres, y en ello no demostró miedo, fue «por la
base probatoria, como para anular el mayorazgo.
obligación que tenia a cumplir la palabra que había
Obviamente, la parte de D.Z.A. negó que existiera nada
dado». Es decir, que en esta ocasión y como excepción,
de ello. Uno de sus testigos, el escribano Marcos García
Martín venció su miedo, gracias a su caballerosidad. Un
(que sirviera a Don Domingo en Madrid y en Sevilla),36
argumento poco convincente, y que encima, en su poca
admitía, sí, la condición áspera y rigurosa de su señor,
fuerza, venía a socavar la tesis general del «miedo reve-
pero solamente ante actuaciones que iban contra su ho-
rencial» de Martín a su padre; y, lo que era peor todavía,
nor y fiel ejercicio de los cargos que tenía confiados:
en definitiva, no servía en absoluto para destruir la vali-
dez jurídica de las ratificaciones efectuadas en Villarreal.
«Le trató muy de ordinario como ministro suyo, y sabe
que el susodicho para las cosas de honra y puestas en
- Los testigos de J.Z. declaran que Don Martín estaba dis-
mucha razón, y que se cumpliese el servicio de Dios y
conforme con el mayorazgo de su padre, que consideró un
del Rey, tenía condición rigurosa, y áspera, porque si no
«grave perjuicio», pues él deseaba que los bienes le pertene-
se hacía y guardaba razón en todas las cosas que ejercía,
cieran libremente, y afirmaba «que él lo había de deshacer
era persona muy rigurosa, pero muy blando y suave con
todo a su tiempo, y que por no dar disgusto al dicho Do-
los que trataban verdad, y querían justicia, y razón».
mingo de Zavala su padre, callaba, y otorgaba en cuanto
hacía, por el gran temor y reverencia que le tenía»; «mu-
- D.Z.A. destacaba que Martín ratificó por dos veces la
chas veces en Sevilla hablando con el testigo, el dicho don
capitulación matrimonial el día de su boda en Villarreal,
Martin se quejaba, diciendo (...) que pretendía tomar po-
lejos de su padre, sin ningún hipotético miedo que pu-
sesión de sus bienes no como mayorazgo, sino como bie-
diera coartar su libertad. Se trataba, éste, de un hecho
nes libres».37
incontrovertible, frente al cual la parte de J.Z. poca de-
fensa tenía.
La viuda de Martín, Isabel de Avendaño, declara que «si
el dicho don Martin [después la muerte de su padre y de
Por otra parte, afirmaba D.Z.A., no se entendía que
tomar posesión de los bienes] no hizo contradicción, o
Martín pudiera tener tanto miedo a su padre como se
diligencia sobre el dicho mayorazgo, fue porque al di-
pretendía, si se había atrevido nada menos que a un he-
cho tiempo se le ofrecieron muchos pleitos, y falta de
cho tan serio como era contraer matrimonio sin su con-
salud que tuvo, que no le darían lugar para ello; pero la
formidad: ¿tuvo miedo en enero de 1602 para negarse a
testigo sabe, que siempre tuvo voluntad de contradecir
firmar las capitulaciones, pero no lo tuvo en marzo para
la fundacion del dicho mayorazgo».
ir a casarse a Villarreal desafiando abiertamente a su pa-
dre, y sin la presencia de su familia?. «Del miedo no hay
- D.Z.A. replicaba que lo cierto era que, ni en vida de sus
probanza alguna»; y evidencia de que no había tal mie-
padres ni después, impugnó Martín lo dispuesto por su
do es «el haberse ido don Martín a casar, (que) fue un
progenitor. Si repugnó las disposiciones de sus padres, fue
acto de plenísima libertad». Entonces, si «tuvo resolu-
después de muertos y porque se vio sin hijos legítimos, y
cion de efectuar cosa tan grande como su casamiento
quiso ser disponedor libre de su hacienda. En fin, en el
contra la voluntad de su padre, ¿cómo se puede enten-
pretendido caso de que Martín dijera a diversas personas,
der, que por miedo o fuerza consintiese las capitulacio-
en vida de su padre, que deseaba impugnar el mayorazgo
nes?». «Se puede y debe afirmar, que Domingo de Zava-
(como afirmaban los testigos de J.Z.), lo cierto es que nun-
la no tenía tanto imperio con su hijo, y que el hijo era
ca lo hizo, y que disfrutó de sus propiedades como de bie-
muy dueño de sus acciones, y que particularmente lo
nes de mayorazgo.
fue en la ejecución del casamiento».
- Según un testigo de J.Z., «muchas veces en Sevilla ha-
En cualquier caso, la ratificación de las capitulaciones
blando con el testigo, el dicho don Martin se quejaba,
efectuada el 27 de marzo en la torre de Don Diego en
diciendo, que ¿por qué había de hacer mayorazgo el di-
Villarreal, zanjaba jurídicamente el tema. «Es constante
cho su padre?».
que Domingo de Zavala quiso estorbar el casamiento
Y D.Z.A. hacía ver que:
de su hijo, como lo reconoce, y articula Juan de Zava-
la»; «y sin embargo don Martín se salió por una ventana
«si deponen [los abogados de Juan de Zavala] que
de la casa de su padre (...) y se fue a la de don Diego de
decía don Martín, ¿por qué había de hacer su pa-
Avendaño», en «fuga de su casa» y gesto de «inobedien-
dre mayorazgo?, podríamos responder, que ¿por
cia»; y allí, antes y después de casarse, lejos de la casa de
qué no había de hacerle?, si los bienes eran suyos,
su padre y con «plenísima libertad», «libre de cualquier
si los había granjeado con tan singulares servicios
reverencia, o miedo», ratificó su capitulación matrimo-
en la paz, y en la guerra, y si había adelantado
nial, en la que prestaba su consentimiento a la facultad
tanto su Casa; (...) ¿se le ha de envidiar a Domin-
de hacer mayorazgo.
go de Zavala, que por este medio [el mayorazgo]
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