Domingo de Zavala. La guerra y la hacienda (1535-1614)
El martirio de Santa Catalina
Obra de Juan Gui.
Cuadro de Santa Catalina
Este enorme cuadro ­3,35 metros de alto y 2,55 metros
paró por extraña paradoja, la oportunidad de descubrir el
de ancho­ que se conserva en la capilla del mismo nom-
mérito de la obra recubierta por un mal barniz, que le
bre, había sido contemplado y elogiado por don Ma-
daba aspecto de negro manchón, y acertar, al fin, con el
nuel Vicente Murgoitio y don José de Vargas Ponce a
nombre del autor.
fines del siglo XVIII o principios del XIX. Pero oculta en
Ascensio Martiarena, encargado de realizar trabajos de
parte la firma del autor por el hermoso marco que encua-
restauración del cuadro, pronto se dio cuenta de que no
dra la pintura no podía leerse ni interpretarse debidamente.
estaba ante un obra menor, sino que era una pintura de
Escribe Vargas Ponce. «Capilla de los Zavalas, al lado del
gran entidad, empaque y calidad y, antes de descubrir la
Evangelio: muy buen retablo, de dos columnas corintias
firma del autor, sorprendido por lo que estaba viendo,
que dan espacio a un gran cuadro de cinco varas o más de
emitió estos juicios laudatorios, donde aventuraba la po-
alto, y acaso tres de ancho, que es un soberbio martirio
sibilidad de que el cuadro fuera obra de el Greco o Tin-
de Santa Catalina. Está firmado de esta manera: Juan
toretto dos gigantes de la pintura universal: «Por sus ca-
Guirº. ; o no hay más o no deja leer más el marco. No
racterísticas de composición podría ser de Tintoretto o
atino a descifrarlo; pero es muy bueno. Se adquirió en
de un discípulo suyo, o mejor de su taller. Es una com-
Sevilla, y sabe más su actual poseedor, ni consta más en
posición típica de su escuela. Estas figuras ­un pequeño
los archivos de su casa».9 En términos similares se expresa
grupo militar situado en un segundo plano­ sólo ha
Murgutio.10
podido hacerlas el Greco. Esas piernas voluminosas, esos
Fue el desgraciado percance sufrido por la capilla en 1952,
azules, no creo que sean debidas a ningún otro pincel. Y
en el que el fuego dañó sensiblemente el cuadro, aunque
nada tendría de extraño tal paternidad, pues el Greco
no, por fortuna, las figuras y composición centrales el
trabajo en Italia con Tintoretto. Lo único extraño es que
que, obligando a desmontarlo para su restauración, de-
el Greco no pintó así el cuerpo humano hasta que vino
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