Anexo I -- La capilla de Santa Catalina de la iglesia parroquial de Ordizia
a Toledo en época posterior. De todas formas en este cua-
En una segunda fase la llegada a Sevilla de obras o co-
dro hay mujeres que tienen la inconfundible actitud de
pias de Caravaggio y de sus seguidores que imitaban sus
las Venus de Tintoretto. Casi, habrá que bendecir ese opor-
formulas (Borgiani, Cavarozzi, Gentileschi), produjo
tuno incendio que nos ha descubierto un cuadro con pro-
un fuerte impacto sobre los pintores sevillanos, que a
blemas técnicos tan interesantes y hasta con algunas be-
partir de ese momento se iniciaron en la fidelidad al
llezas, como la carnación de Santa Catalina desnuda de
natural y en la utilización de las luces como recurso para
medio cuerpo y la maestría de sus ropajes».11 Martiarena
subrayar el volumen de los cuerpos sobre un fondo os-
no acertó en cuanto la autoría del cuadro pero, su opi-
curo. También hay que tener en cuenta a los artistas
nión no iba muy descaminada.
españoles que viajan a Italia y traen con sus obras ecos
de las nuevas tendencias. Luis Tristán y José de Ribera
El autor resultó ser Juan Gui Romano, ya citado con
son otro de los componentes que hay que tomar en
anterioridad, artista de filiación italiana ­«Romano»­
consideración para entender el cambio que se opera en
que aparece en Sevilla antes de 1608, y cuya última no-
la pintura sevillana a partir de 1615-20, y para com-
ticia es de 1611. Trabajó para particulares y habitó en
prender a los grandes genios de esta escuela y que repre-
las collaciones de San Vicente y la Magdalena. Hasta
sentan la culminación de todo este proceso: Velázquez,
hace muy poco tiempo, se tenía escasa información so-
Alonso Cano y Zurbarán.
bre él, posiblemente porque su obra permanece casi ente-
ramente in situ, en iglesias, menos accesibles que los
Crucial y oportuna, para ilustrar esta evolución y dar a
museos. Sin embargo, como iremos viendo, conforme
conocer la figura y la obra de Juan Gui Romano, ha
se ha ido conociendo y catalogado su obra, se ha ido acre-
sido la excelente exposición «De Herrera a Velázquez.
centando su importancia y reconocimiento como artista,
El Primer Naturalismo en Sevilla» organizada por la
convirtiéndolo en un eslabón más a tener en cuenta en
Fundación Focus-Abengoa de Sevilla y el Museo de
una etapa fundamental en la escuela sevillana de pintura,
Bellas Artes de Bilbao ­Iniciada en noviembre de 2005
el tránsito del Manierismo reformado al naturalismo ba-
en Sevilla, entre marzo y mayo del año en curso se ha
rroco. Al igual que Núñez Delgado, Gui Romano tam-
podido admirar en Bilbao­ y el hermoso y documenta-
bién es un innovador. Veamos.
do libro-catálogo, del mismo título, editado para la oca-
sión.
En Sevilla, durante la segunda mitad del siglo XVI, tiene
un marcado carácter manierista que se nutre de los dos
Gui Romano aparece representado en esta muestra con
modelos de difusión internacional, el italiano y el fla-
el lienzo «El Descendimiento de la Cruz», de la Iglesia
menco, ambos presentes en la ciudad más cosmopolita
de San Martín de Sevilla, realizada en 1608. Obra de
de Europa. Esta sensibilidad artificiosa, amante de las
gran interés dado el escaso número de pinturas conoci-
proporciones exageradamente alargadas, de las actitudes
das de este artista en Sevilla (solamente dos, este Des-
forzadas, con desnudos desaforadamente musculosos, llega
cendimiento y un Crucificado, firmado en 1611, que
hasta los primeros años del siglo XVII, pero matizada
se encuentra en el Hogar de la Virgen de los Reyes de
por un retorno a la verosimilitud que propugnan los ar-
Sevilla), documenta perfectamente la actividad de este
tistas italianos del que se ha llamado «Manierismo refor-
pintor romano en la ciudad hispalense entre 1608-1611.
mado» y que, combinada con el rigor del dibujo toscazo
Ponz al describir la iglesia de San Martín se refiere al
y con la sensibilidad veneciana, abre el camino hacia el
lienzo que nos ocupa, en estos términos: «En un reta-
naturalismo.
blo cerrado con su reja se ve un Descendimiento de la
Cruz con una figura del Señor escorzada por la cual y
Esta fase inicial está representada por Juan de Roelas y
por el estilo de las demás, que son bonísimas, concebí
Herrera el Viejo, que no pueden ser calificados de verda-
que era obra de la primera y más correcta manera del
deros naturalistas, como lo serán sus sucesores, pero que,
racionero Cano».12 La cita es de gran valor, ya que de-
en contraste con sus predecores e incluso con sus con-
muestra que las obras de los pintores italianos presentes
temporáneos más arcaizantes, como Alonso Vázquez o
en Sevilla habían ejercido una influencia tal que podían
Francisco Pacheco, resultan más «modernos», más sensi-
ser confundidas con las de pintores sevillanos del pri-
bles y atentos al detalle cotidiano, tratado todo ello con
una técnica suelta y cálida de procedencia veneciana.
mer naturalismo.
También contribuye a esa modernización la presencia de
López Martínez, en una cita recogida más arriba al ha-
pintores italianos, como Juan Gui Romano y Gerolamo
blar de Núñez Delgado, nos proporciona el interesante
Lucenti, que a veces se han confundido con sus contem-
dato de la hechura de un retablo para Juan Pérez de
poráneos sevillanos. Estos artistas, con claras resonancias
Zubiaurre con destino a la capilla de los Vizcaínos del
de los pintores toscanos, comienzan a evidenciar en sus
monasterio de San Francisco de Sevilla, que desgracia-
obras una atención al desnudo, a los objetos cotidianos y
damente no se ha conservado, además de otras pinturas
al mundo de la naturaleza muerta que los distingue de
como un San Onofre, un Crucificado, un San Diego,
los demás. Su obra es un punto de apoyo para la genera-
un San Antonio de Papua, un San Francisco de Asís y
ción de pintores sevillanos siguientes y un verdadero ca-
un Santo Domingo de Guzmán, respectivamente, que
mino de introducción de las formas italianas en fechas
demuestran lo asentado que se encontraba el artista en
relativamente tempranas: 1605-1610.
la ciudad y lo abundante de su obra.
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